El panorama farmacéutico de EE. UU. se prepara para otro cambio importante. El 12 de mayo, el presidente Trump firmó una nueva orden ejecutiva destinada a reducir los precios de los medicamentos mediante la implementación de un modelo de precios de nación más favorecida (MFN, por sus siglas en inglés). Esta política vincularía los precios de los medicamentos en EE. UU. al precio más bajo disponible a nivel mundial, lo que podría remodelar la forma en que se fijan los precios y se accede a los medicamentos en Estados Unidos.
Tras la Ley de Reducción de la Inflación, esta medida podría reducir significativamente el gasto sanitario en EE. UU. Sin embargo, también genera una gran incertidumbre para las industrias farmacéutica y biotecnológica mundiales, especialmente en lo que respecta a la inversión en I+D, las estrategias de precios globales y el lanzamiento de futuros productos.
Elementos clave de la política de nación más favorecida
Aunque aún no se conocen todos los detalles de su aplicación, la orden ejecutiva esboza dos cambios fundamentales:
Elementos clave de la política de nación más favorecida
Aunque aún no se conocen todos los detalles de su aplicación, la orden ejecutiva esboza dos cambios fundamentales:
- Los pacientes podrán comprar medicamentos recetados directamente a los fabricantes, sin pasar por intermediarios como los gestores de prestaciones farmacéuticas (PBM, por sus siglas en inglés).
- Los fabricantes de medicamentos deberán ofrecer a los pacientes estadounidenses el precio más bajo disponible a nivel internacional, es decir, el denominado precio de «nación más favorecida».
¿Cómo deben prepararse las empresas farmacéuticas y biotecnológicas?
Una de las incógnitas más importantes es el alcance de la política: ¿se aplicará solo a Medicare o se extenderá a otros programas como Medicaid o incluso a los libros comerciales? Otra es el calendario: ¿se aplicará el International Reference Pricing (IRP) a los productos existentes, a los futuros lanzamientos o a ambos?
Estas distinciones tienen importantes implicaciones:
En el caso de los productos antiguos, los precios MFN podrían generar un ahorro de miles de millones para el sistema sanitario estadounidense. Sin embargo, también podrían amenazar la viabilidad de las empresas biotecnológicas, incluidas las innovadoras con sede en Estados Unidos que impulsan el crecimiento económico y el valor de las exportaciones.
En el caso de los nuevos lanzamientos de medicamentos, el riesgo es igualmente profundo. Si los precios en Estados Unidos se vinculan al precio más bajo a nivel mundial, los fabricantes podrían evitar lanzar sus productos en países con ingresos más bajos para proteger los precios en Estados Unidos. Por ejemplo, si un medicamento tiene un precio de 100 000 dólares en Estados Unidos, pero solo 50 000 dólares en el país A, su lanzamiento en el país A podría provocar una reducción obligatoria del precio en Estados Unidos, que no se vería compensada por los ingresos adicionales en el mercado más pequeño. ¿El resultado? Un acceso limitado en el país A y una reducción del alcance mundial del fabricante.
Este escenario socava el principio de precios diferenciados, que cuenta con un amplio apoyo por parte de los pagadores para garantizar el acceso en los países de ingresos bajos y medios. También reduce las oportunidades de las empresas biotecnológicas de expandirse a nivel mundial, lo que repercute en la diversificación de los ingresos, el acceso de los pacientes y los resultados sanitarios a nivel mundial. Además, privaría a la empresa biotecnológica de la oportunidad de expandirse a otros mercados. La segmentación de los clientes y la diferenciación de precios tienen sentido tanto para los países como para las empresas. Si bien las políticas de IRP y MFN pueden ofrecer ahorros de costes a corto plazo, conllevan riesgos significativos a largo plazo para la innovación farmacéutica, el lanzamiento de nuevos productos y la equidad sanitaria mundial.
Respuesta estratégica: cómo pueden prepararse los fabricantes
Entonces, ¿qué pueden hacer los fabricantes ante estas incertidumbres? La mejor estrategia por ahora parece ser reducir la diferencia entre los precios de catálogo en EE. UU. y los internacionales para minimizar la exposición a la presión a la baja de los precios basada en la MFN.
En el ámbito político, la estrecha colaboración con las asociaciones industriales puede ayudar a subrayar la contribución de la industria farmacéutica y biotecnológica al crecimiento económico y la salud de la población, y a esbozar las repercusiones negativas que podría tener el IRP. Existen mejores políticas para contener los costes y preservar al mismo tiempo el potencial de innovación y las perspectivas económicas del sector.
Una de las principales fortalezas de Estados Unidos siempre ha sido su firme creencia en la economía de mercado y la competencia sana. Hay ejemplos en los que este modelo favorece a los consumidores estadounidenses, por ejemplo, si se analizan productos más antiguos como el acetaminofén [EE. UU.] o el paracetamol [UE], nombre diferente pero misma molécula], que a veces están disponibles para los consumidores estadounidenses a una fracción del coste que pagan otros países. Por supuesto, en el caso de los productos nuevos protegidos por patentes o que gozan de exclusividad en el mercado, los precios en Estados Unidos suelen ser más elevados que en otros lugares, pero la industria señala que se trata de un incentivo necesario para invertir en I+D para desarrollar nuevas moléculas.
Y tras la pérdida de la exclusividad, el mercado suele pasar rápidamente a los genéricos o biosimilares, aunque hay ejemplos de productos más antiguos que se enfrentan a una competencia limitada o nula debido a las barreras de entrada. Las políticas que reducen las barreras de entrada y fomentan una competencia sana, especialmente para los productos más antiguos, podrían dar lugar a más opciones y a una reducción de los precios para los consumidores estadounidenses, al tiempo que se preserva el círculo virtuoso de la inversión y la innovación en biotecnología.
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